¡Y yo con estos pelos! Por Pilar García Lombardía

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pilar garcia lombardia_consiguetumetafacilHoy tengo el placer de compartir contigo una entrada escrita en exclusiva para ti por Pilar García Lombardía. Pilar es toda una eminencia en todo lo que concierne al estudio y aplicación del liderazgo tanto desde en el ámbito docente como en las organizaciones. Doctora por la Universidad de Navarra en Administración y Dirección de Empresas, Master of Arts por IESE Business School, Coach professional (IESE Business School), Licenciada en Ciencias Políticas y Sociología por la UNED y Diplomada en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid. ¡Todo un lujo!, ¡disfruta con el texto! 

La Cruz Roja es una de las pocas organizaciones que se crearon expresamente para hacer frente a las crisis y podemos suponer que son expertos en manejar la acción en el cortísimo plazo y la planificación en el medio y largo plazo. Elizabeth Dole, ex presidenta de esta institución en Estados Unidos, afirmaba en una entrevista que “los momentos en pleno desastre son los menos oportunos para establecer nuevas relaciones personales y para darnos a conocer. Cuando te has tomado el tiempo necesario para establecer una relación de trato, entonces es cuando puedes hacer una llamada a las dos de la madrugada cuando está subiendo el nivel del río, con la confianza de poner en marcha una acción bien planificada y conducida con fluidez”.

El éxito de las acciones presentes depende de lo que se haya sembrado en el pasado.

Sabemos racionalmente que los hechos fortuitos pueden ocurrir, pero vivimos de espaldas a esta certeza. El cortoplacismo en las decisiones responde a la necesidad, en estos momentos, de mantenernos a flote en un océano incierto donde las olas y las corrientes surgen de manera imprevista. Bastante tenemos con no ahogarnos.

La reflexión sobre el medio y el largo plazo se posterga, porque lo improbable no va a ocurrir, y afirmamos, como hiciera Henry Kissinger cuando era Secretario de Estado, que “no puede haber ninguna crisis la semana que viene: ya tengo lleno mi plan de trabajo”.

Pero la realidad es tozuda y se impone: los hechos fortuitos ocurren, lo improbable sucede e incluso lo que calificamos de imposible, a veces pasa a ser posible. Y yo con estos pelos.

Cuando el invitado sorpresa está llamando a la puerta, no es momento ya de ponerse los rulos, si me permiten la expresión, ni de sacar la aspiradora para dar un repaso a la casa. O hemos hecho los deberes o no los hemos hecho. Ahora que la crisis ha pegado la patada en la puerta, muchas voces claman pidiendo líderes. Y con razón, porque el liderazgo auténtico, el de servicio, el que genera confianza y señala el norte, es la cuerda que necesitamos para salir del pozo. Por desgracia, el liderazgo ni se improvisa ni se inyecta.

En el plano personal, que me interesa más en este momento, debemos preguntarnos qué deberíamos haber estado haciendo en los tiempos de bonanza: ¿me he preocupado por desarrollar mi formación y mi capacitación?¿he aprovechado esos años de alza para crear una red de contactos profesionales basada en la confianza?¿he aprovechado la estabilidad para afrontar nuevos retos desde la seguridad o más bien me he atrincherado en mi zona de confort, de la que ahora me sacan a golpes?

Cada uno sabrá cómo anda de liderazgo personal, hasta qué punto ha sabido sembrar en los tiempos de estabilidad y bonanza, invertir en sí mismo, reflexionar e identificar una trayectoria, un destino y una misión. En mitad de una crisis son más ciertas que nunca las conocidas palabras de Séneca, “no hay vientos favorables para el barco que no sabe dónde va”. Quien lo haya hecho, tendrá ahora un arsenal de criterios que le ayudarán a tomar mejores decisiones y a surfear mejor el oleaje.

Para todos, este invitado inesperado e inoportuno debería servirnos de motor para no postergar más la reflexión sobre el futuro y mantener la tiranía del presente en su justo lugar.

Yo, por si acaso, ya me he peinado.